Mirar el arte con gafas violetas
Hace poco tuve la oportunidad de volver a visitar, tras muchos años, el Museo de Arte Reina Sofía. Fue gratificante observar que, durante este tiempo, han ocurrido cambios significativos. Y es que el Reina Sofía está revisando su colección incorporando la perspectiva de género en la difusión de su patrimonio.
En una de sus salas se encuentra la exposición titulada «Los trabajadores de la cultura: La Barraca y las Misiones Pedagógicas». En este espacio, las obras de la artista Francisca Bartolozzi (1908-2004), más conocida como Pitti Bartolozzi, son el centro de atención.
Pitti Bartolozzi tiene una vida de película. Ingresó en el Instituto Escuela de la Institución Libre de Enseñanza en 1921, donde tuvo como mentoras a María de Maeztu o Victoria Kent. Años más tarde, siguió sus estudios en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Ahí entabló una relación personal y artística con Pedro Lozano, natural de Pamplona, con quien contrajo matrimonio.
Colaboró con las Misiones Pedagógicas, uno de los más ambiciosos proyectos culturales del gobierno de la Segunda República, cuyo objetivo era llevar cultura a la España rural, sembrar la semilla del saber y sacar al país de su retraso. Bartolozzi se encargó de diseñar los decorados de sus funciones teatrales.
Durante el inicio de la Guerra Civil permaneció en Madrid y colaboró con la publicación semanal “Altavoz del Frente”. Después de trasladarse a Valencia, creó una serie de aguafuertes para el Pabellón Español en la Exposición Internacional de París de 1937.
Ante la inminente derrota del bando leal en 1939, se refugió en Pamplona, la ciudad natal de su marido, donde establecieron su hogar de manera definitiva. En la ciudad del Arga, lugar de marcado carácter conservador, nunca dejaron de ser mirados con cierta suspicacia debido a su historial republicano.
La familia de Pedro Lozano y amistades locales les brindaron apoyo y enseguida tuvo trabajo pintando cuadros y murales en guarderías, tiendas, iglesias y ermitas. Durante las décadas de 1940 y 1950 realizó numerosas obras en colaboración con su marido. Trabajar conjuntamente sería la práctica habitual, aunque pocas veces aparece su firma.
Además, continuó su vinculación con el teatro, creando escenografías para el Teatro Gayarre y diseñando el vestuario para Duguna, el grupo de dantzas que, con 75 años de trayectoria, prenderá el chupinazo anunciador de los Sanfermines 2024.
A pesar de su prolongado trabajo en el mundo del arte, no fue hasta el retorno de la democracia cuando finalmente obtuvo cierto reconocimiento. Participó en exposiciones y su contribución artística fue valorada por diversas instituciones. Un hito destacado fue la retrospectiva en su honor realizada en 1991 en el Museo de Navarra.
En 2019, el Salón del Cómic de Navarra organizo una exposición inédita sobre su trabajo historietístico. Hay que destacar que Pitti Bartolozzi está considerada una de las pioneras del tebeo español, aunque su nombre apenas se menciona en las distintas obras que analizan el cómic.
Dibujante, ilustradora, escritora, muralista y escenógrafa. La vida de Pitti Bartolozzi es la vida de muchas mujeres artistas cuyos logros no han sido apreciados en su justo valor. Sus nombres han sido, durante mucho tiempo, relegados a la sombra de la historia oficial.
Lo que no se nombra no existe. Por eso necesitamos visibilizar el esfuerzo de tantas mujeres que, a lo largo de los años, no han sido debidamente reconocidas. Necesitamos museos, exposiciones, actividades y espacios culturales atravesados por el feminismo. En definitiva, necesitamos gafas violetas en el ámbito de la cultura y las artes para aprender a mirar desde una perspectiva igualitaria y consciente.
*Foto: Mural “La Senda de las Pioneras” en el barrio pamplonés de Lezkairu.